viernes, 25 de septiembre de 2009

"Mar de Amor, Mar de Soledad" cap 1

Todo camino se cerraba ante sus ojos, su ilusión, su esperanza… Ambas se apagaban cada vez más y más. A medida que todo se hacías más tenue, más vacio sentía por dentro. Su única salida, para esta muerte: aquella luz; aquel pequeño punto de luz que una vez alcanzado, le haría llevar de nuevo una vida completa, con aquellos maravillosos sentimientos que hacía mucho que no sentía, pero que, sabía que los que podría sentir ahora, sería una inmensidad comparados con aquella pequeñez. Serían unos sentimientos de mayor intensidad, más maduros, puesto que a pesar de que aún era un jovenzuelo, aquellos primeros sentimientos eran de apenas un crio que se creía que nadie le podía enseñar nada acerca de la vida.

Todo aquello había pasado, ahora solo pensaba en buscar esa seriedad, esa responsabilidad, ese gran estrechamiento con otra persona, la cual hace que dos sean uno solo. Aquella persona era su luz, la ultima que le quedaba ya que, eran tantas las luces que se habían ido apagando, que sabía que o era esa última luz, o era acabar inmerso en un mar de soledad de por vida, quizás en una buena casa, llena de pequeñas riquezas y teniendo libertad para hacer diversas actividades o, quizás en la calle, sin ni siquiera tener una almohada o un cojín sobre el que poder reposar la cabeza para descansar, pero fuera como fuese solo, siempre solo.

Ya había experimentado un millar de veces lo que era llegar a casa y no tener a nadie que te pregunte que tal te ha ido el día, alguien que te de un beso, o simplemente, alguien que te diga hola. No era esa la vida que quería para un futuro, y aunque tampoco era algo que quisiese tener ya, necesitaba por lo menos tener la esperanza de que alguien pudiera ocupar ese lugar algún día.
Él sabía que la vida no era fácil, y muchas veces se repetía mentalmente esa frase a la par que sonreía para no derrumbar esa rara felicidad que intentaba no perder, viviendo en un mar completamente vacío de amor, solamente lleno de soledad. Era incapaz de encontrar a esas princesas de las que se solía enamorar, no porque no quisiese, sino porque de no usarla, había perdido totalmente esa capacidad, la capacidad de moverse por alguna doncella y decirle lo que sentía. Todos los rechazos que sufrió fueron puñaladas, puñaladas que acabaron con la magia del amor.

Así pues sabía que era aquella luz o ninguna, esa última princesa o, desistir para siempre. Era simple, o valía de algo o se acabaría todo allí, se acabaría la esperanza, el resto de sus días serían vivir por y para la soledad; la compañera que nunca le había abandonado, que pasara lo que pasara siempre estaba junto a él.

Esa última princesa se llama… bueno, llamémosla Luna. Hacía tan solo unas semana atrás que nuestro protagonista, al que a partir de ahora llamaremos Sol, había estado un momento con ella, el cual aprovechó para dejarlo caer un poco lo que sentía por ella. Puesto que tenía una agradable lunar cerca de un ojo, Sol le dijo que le gustaba y poco tiempo habló de él, pero lo único que quería era dejarle caer esa intención. La verdad que a partir de ese momento, recordó que se sentía cuando no te quieres separar de alguien pero, lamentablemente, Sol tenía que partir a otra ciudad al día siguiente.

La verdad que le resultaba todo tan extraño debido a que Luna tenía un grupo de amigas, y hacía unos años Sol se había fijado en ella por encima de cualquier chica de ese grupo, pero desde hace un par de años hasta ese día, le había resultado totalmente indiferente, por eso, que ahora fuese, no solo de nuevo la chica que tenía todos los días en mente, si no quien era su última esperanza, le resultaba extraño.

De todas formas ahora había complicaciones, puesto que Luna estaba ignorando todo esto, ella no podría hacer nada, lo que era un juego más arriesgado para Sol, puesto que ella podría echarse novio, acabando así con toda posibilidad.

Un juego en el que solo había una salida, una salida estrecha que se hacía mas pequeña debido a cosas como esos pequeños riesgos, y otras como la esperanza que iba menguando día a día.

Todo jugaba en su contra.